NO RECOMENDADO A MENORES DE 13 AÑOS (Bueno, mejor 18, vamos a curarnos en salud)


Advertencia: Las historias aquí descritas pueden herir su sensibilidad y causar traumas irreversibles

Instrucciones:

Esto es un blog, el funcionamiento es muy sencillo, cada entrada corresponde a un capítulo, en la parte superior siempre aparecerá la última entrada añadida.
Selecciona el capítulo deseado en la sección "etiquetas" que está situada en el lateral derecho y disfruta de las aventuras de nuestro amigo Gerardo Putas.

............................................................................................

X "La mantica a cuadros"

Gerardo despertó una vez más con un dolor de cabeza terrible, como si le hubieran plantao un ficus en mitad del cerebro, no solo eso, tenía todo el cuerpo como magullao y cubierto de tiritas, al menos así pudo ver su generoso pecho, tetillas incluidas, la sábana había acabado convertida en una mini tienda de campaña con humedades a mitad de camastro. Tardó en comprender que estaba palote perdido porque las gafas estaban en la mesilla de al lado. Haciendo un esfuerzo sobrehumano las alcanzó y una vez se las hubo puesto comprobó a duras penas que estaba en la enfermería.
En el camastro de al lado roncaba plácidamente su queridísimo amgigo Ro Ro, un globito moco se hinchaba y descinchaba en su nariz a la vez que hacía “tuti” “tuti” su efecto era hipnótico, como los cromos de pokemon o la cabecera de Bob Esponja. Se fijó en que el pobre tenía todo el cuerpo cubierto de vendas y los brazos en cabestrillo. Daba mucha penita.


 - Ro Ro – Lo llamó Gerardo


El pobre Rodriguez despertó de su placentero sueño y al ver a su amigo sonrío de oreja a oreja, no tenía las palas superiores, sus ojillos estaban amoratados y le faltaba un pedacito de oreja. Nada grabe a priori, pensó Gerardo.


 - ¿Ca pasao? ¿Tas malico?
 - Hola Gerardo querido. Tranquilo, no es nada, solo he perdido la visión de un ojo y algo de audición en el oído derecho, las fracturas se curan y las heridas cicatrizan, no te preocupes. El señor me ha salvado, loado sea.
 - ¿Lo qué?
 - ¿Tú como te encuentras?
 - Me duele hasta el aujero´l culo. No ma acuerdo ca pasao, solo sé que vi aun fantasma regordo con cara malote y escapé como pude.
 - Era yo, llevaba la careta que me dio el profesor Ñapo. No se por qué pero al verme saliste corriendo como un loco y te lanzaste por la ventana, atravesaste el cristal y caíste los tres pisos, menos mal que estaba ese zarzal si no no lo cuentas. Te trajeron a enfermería, yo quise acompañarte pero el profesor Ñapo decidió continuar con el ejercicio, así que volví a hacer de “Dementira”, lo malo es que el que tuvo que defenderse de mí fue Malfollao, no veas lo bien que lo hizo para ser repetidor, oye. Le dieron doscientos puntos a “Esmirriadin”. En fin, veo que estas contentito, ya te dije que no me importa que te masturbes
 - ¿Eh?
 - Que si lo necesitas puedes hacerte una pajichuela, el señor te perdonará tal y como estas.
 - No, que me duele too, ¡Como jode!
 - Esta mañanita ha estado el director Abelardo, que bueno que es, un ángel reencarnado, un santo en vida, un bendito, Dios lo acoja en su seno el día que abandone este paraíso terrenal. Ha estado más de dos horas sentado a tu lado, te miraba con una dulzura que ni una madre a sus hijos, te destapaba si tenías calor y te cubría de nuevo si tenias frío. Hasta te acariciaba como a un gatito, que dulce. ¿Sabes? Te ha dejado un regalito junto a las zapatillas que lo he visto.
 - ¿A sí? ¡Chachi guachi!


Gerardo se inclinó como pudo y alcanzó el pesado paquete que había en el suelo. Estaba envuelto en papel de regalo del Carrefour. ¡Que emoción! no le hacían regalos todos los días, el último había sido de la amiga de su difunta madre, la Pura, que le regaló un condón caducao con sabor a frutos secos que él confundió con un chicle con el que casi se asfixia.
Lo desenvolvió como pudo valiéndose de los dientes pues uñas ya no le quedaban y extrajo una preciosa manta de cuadros rojos y negros cual cachirulo, de esas que suelen usar los viejales para cubrirse las piernas en agosto para evitar coger una pulmonía.


 - ¡Madre mía, es una capa invisibilidad! - Exclamó Gerardo emocionado
 - Yo creo que es una manta para ahora que llega el frío
 - Que no, que visto la peli. Esto te lo echas encima, desde el cogote hasta la punta de los pies, y no te ve nadie en el mundo, ni siquiera el “Papa” que tiene poderes. Y puedes ir por donde quieras y hacer lo que quieras: Mangar libros mu chulos, espiar a los profes, meterte al cuarto de las niñas y hacerte manolillas mientras se ponen el pijama. ¡Es una pasada!
 - Madre del amor hermoso cuan pecador eres Gerardo – Trató de santiguarse pero estaba impedido
 - Ta noche la estreno, jo que si

Así fue. Esa misma noche, aprovechando que Ro Ro dormía como un bendito roncando como una vieja de lao y que estaba todo en calma total. Se bajó de la cama ignorando el dolor de sus heridas y se echó por encima la mantica que a duras penas cubría todas sus lorzas. Anduvo por el pasillo viendo menos que un vendedor de cupones en una discoteca cuando, de repente, se dio de bruces contra una pared y, rebotando, salió despedido hasta un camastro vacío.
Pensó en qué podía estar haciendo mal, no le llevó más de tres horas, y cayó en la cuenta de que si le hacía un par de aujerillos a la mantica para los ojicos no le sería tan difícil desplazarse. Así que valiéndose de unas tijeras que mangó del botiquín solucionó el problema.
Volvió a cubrirse con la manta y se puso las gafas de culo vaso por encima que le era más cómodo y de paso no se le empañaban. Ahora sí, pensó antes de avanzar.

Si la enfermera Pompita no hubiese estado tan concentrada con aquel sudoku quizás hubiese visto aquella extraña manta con gafas avanzar pasito a pasito por la enfermería.
Si el bedel, que era un pervertido, no hubiese estado babeando encima de aquel especial “Carmen de Mairena nos abre las puertas al paraiso” de Interviu, hubiese visto a aquel extraña cosa similar a una mesilla de té con zapatillas deslizándose por los pasillos.
En cambio, la profesora Nube de María que saboreaba un porrillo mientras hacía la ronda de noche y vigilaba las zonas comunes quizás si vio algo parecido a la mitad inferior de un escocés con traje de gala con unas gafas enormes a la altura de los genitales, pero no le dio la mayor importancia, había visto cosas más raras que esa la verdad.
Gerardo avanzaba triunfante, convencido de que nadie en el mundo le vería mientras llevase aquella manta de invisibilidad encima, no pensó en la hora que era, ni en sus heridas que estaban por curar, ni en las ganas de cagar que tenía, sentía que debía de darle las gracias a Dumbledore y no podía aguantarse más las ganas.

El despacho del director estaba en la planta superior del edificio por lo que para llegar hasta allí había que subir por una estrecha escalera de caracol. Hacerlo cubierto por una manta era una tarea harta complicada por lo que Gerardo, después de haberse caído escaleras abajo un par de veces, optó por quitársela y llevarla en la mano.
Agotado, magullado y mareado como un borrico estresao subido a un tiovivo llegó hasta la puerta del despacho del dire.
Se preguntó si como en los Libros de la Rowling tendría que decir una contraseña para que se abriera la puerta así que trató de recordar.

 - Helao de limón... - Dijo – Polo de bombón... Granizao de mandarina... Sorbete,
¿de, MELOCOTON?... ¡ZUMOOO NARAAAANJA! - Gritó al final cabreao


La puerta se abrió de par en par y Gerardo sonrío satisfecho, había dado con la contraseña mágica en tiempo record. El director Abelardo apareció ante él cuan largo era con cara de pocos amigos. Llevaba un camisón de franela como el de la agüela.


 - ¿Se puede saber a que vienen esos gritos, tanto escándalo, tanto alboroto, jovencito?
 - Hola Dumbledore, venía pa darle las gracias por la capa invisibilidad
 - Mmmmmmm, si lo dices por la manta, no hay de que. Pasa, precioso, pasa, estas en tu casa


Tuvo la amabilidad de hacerse a un lado para que pasara y lo acompañó con unas amables palmaditas en el pandero. Era una bellísima persona sin duda alguna.
Gerardo se encontró con un despacho distinto a lo que pensaba pero no por ello menos interesante, las paredes estaban atestadas de cuadros de angelitos aniñados en paños menores y también numerosas fotografías en las que se veía al director rodeado de niñitos sonrientes, había indus, negritos, asiáticos y amerindios, bosquimanos y saharaguis. Cuantísimo amor, será Misionero en sus ratos libres pensó Gerardo. También contaba con numerosos equipos informáticos, torretas y torretas de cedeses se apoyaban en las mesas y algún que otro disco duro, este gran hombre era toda una sorpresa a su ver.


 - Tiene un despacho mu chulo Dumbledore – Le dijo Gerardo
 - ¿A que sí? Puedes venir cuando quieras, tengo dulces riquísimos, sabrosos, pura delicatessen. Y lo bien que lo pasaremos juntos. ¿Te han dicho alguna vez lo hermoso que eres?


Gerardo dudó, no recordaba que le hubieran llamado hermoso, le habían llamado bicho, engendro, anormal, cuto, zopenco, cara culo, adefesio, retrasao, foca monje, falto, plasta vaca, mierdoso, atontolinado, error de la naturaleza y muchas otras cosas, pero precisamente hermoso no.


 - ¿Ques eso? - Preguntó señalando una cosa que había colgada en una pared y que parecía una especie de calentador enorme o un robotejo de cocina de última generación
 - ¿Es impresionante, verdad precioso? Se trata de un proyectil que se coló por el tejado en este mismo edificio cuando la guerra. No se si por fortuna, por la gracia de Dios o por pura casualidad, chorra o chiripa, no explotó. De lo contrarío no estaríamos aquí ahora. Mi queridisimo padre que en paz descanse, director de esta prestigiosa escuela y mi antecesor, la guardo cual reliquia y desde entonces preside este despacho. Querido... ¡QUERIDO!


Gerardo que roncaba como un cerdito pequeño, rebotó del susto, no recordaba en que momento de la disertación se había quedado transpuesto.


 - Perdón, Dumbledore
 - No pasa nada querido, ya va siendo hora de que regreses a la camita, son las cinco de la mañana. Me alegra mucho de que hayas venido a verme y espero que no tardes en volver a verlo
 - Oe, una cosa más – Le interrumpió Gerardo
Le iba a preguntar algo... espera que ahora no ma acuerdo Ah, si ¿Eres tú mi padre? Ay no, eso no... A si, que el otro día le escuché que decía, por casualidad, algo de un señor mu malo que era ¿El que no puede ser pronunciao? Y eso
 - Por Dios bendito si rebosas inteligencia muchacho, deberías optar por un puesto de funcionario ¿Dime, has caído por tu cuenta en que ese delincuente y ex alumno, ex alumno antes que delincuente si bien durante su breve estancia en Hogwarts apuntaba maneras, es tu progenitor?
 - ¿Eh?
 - ¿Cómo has sabido que “Vladimir Oleksandr Radosavljevic” también conocido como Baldomero es tu señor padre?
 - ¡Madre mía! - El pobre Gerardo se puso a hiperventilar, tantísimo tiempo buscando una respuesta y allí la tenía, como una bomba atómica en mitad del día del orgullo gay le cayó la inesperada noticia.
 - Imagino lo que has venido a buscar. Si me das un momentito, un periodo breve de tu tiempo de sueño, enseguida, en un santiamén, te traigo los recuerdos de tu padre, querido mío



El director desapareció por una puerta y Gerardo se quedó solo en el despacho. En un principio esperaba dar las gracias al director, que le invitara a un tentemipie y volver a la cama junto a Ro Ro a hacerse a una manolilla. Cosas del destino se había encontrado con una verdad explosiva y en unos momentos volvería Dumbledore con un “pensadero” repletico recuerdos de su papa querido que si no le fallaba la memoria había sido el sinvergüenza que había matao a su madre a martillazos.

No hay comentarios: