NO RECOMENDADO A MENORES DE 13 AÑOS (Bueno, mejor 18, vamos a curarnos en salud)


Advertencia: Las historias aquí descritas pueden herir su sensibilidad y causar traumas irreversibles

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VIII "Baldomero"

Los pasillos estaban vacíos y en total silencio, durante el tiempo que había permanecido escondido en la biblioteca no solo se había perdido el desayuno sino que también habían dado comienzo las clases. A primera hora tocaba clase de “Transmigración” con la profesora Manuela McGonagiu , así que corrió hasta dar con el aula correspondiente y entró sin ni siquiera llamar a la puerta interrumpiendo con ello la clase. Todo el mundo se volvió para observarle, entre ellos, la profesora McGonagiu a la que no pareció hacerle nada de gracia que la interrumpieran.

- ¿A dónde cree que va usted, jovencito? – Le preguntó la profesora McGonagiu que era bastante estricta con sus alumnos
- Perdone que se ma hecho tarde
- Pues ese es problema suyo, ahora dígame su nombre para que le pueda poner la correspondiente falta de asistencia
- Gerardo Putas pa servirla Señorita MacGonagall
- McGonagiu Gerardo, McGonagiu, y ahora márchese a reflexionar sobre lo que ha hecho y no vuelva a interrumpir una de mis clases nunca más

Gerardo se marchó cabizbajo ignorando las risas de sus compañeros, lo que más le molestaba era haberse perdido esa clase a priori tan interesante, estaba convencido de que la profesora McGonagiu les iba a sorprender metiéndose en el pellejo de un gatico o con algo por el estilo. Anduvo durante un rato por los pasillos sin saber que hacer hasta que se le ocurrió la maravillosa idea de visitar a su amigo Haris al cual hacía tiempo que no veía.
La vivienda de Haris estaba próxima a la zona donde se encontraban los establos y la granja, se trataba de una pequeña vivienda de adobe de una sola habitación que hacía las veces de cocina, salón y dormitorio, estaba decorada con pésimo gusto, en su interior había desde los muebles más “rococos” hasta las cortinas, los cojines y las alfombras más modernas del mercado y numerosas fotografías de animales cubrían las cuatro paredes de la casa. Pero lo peor era que, a pesar del limitado espacio, Haris compartía esos escasos metros cuadrados con un montón de animales de lo más diverso, una cerda, unas gallinas, un monito titi, un perro enorme, una cabra y un papagayo entre muchos otros, lo único que tenían en común todos esos animales era el pegote de mercromina que llevaban en todo el aujeraco del culo, ninguno se libraba de los extraños vicios de aquel enano de extraños gustos.
El olor nauseabundo que se acumulaba en el interior de la casa era uno de los principales motivos de que Haris no tuviera muchas visitas.
A Gerardo todo esto poco parecía importarle, se alegró mucho de volver a ver a Haris o como le llamaba él a Willow mientras que a Haris por su parte, aquella visita le pilló totalmente desprevenido porque estaban todavía en horario lectivo.

- ¿Cómo tú por aquí Gerardo?
- Hola Willow, es que me tenío que esconder un rato porque había unos mozos que me querían dar de ostias y luego la profe no ma dejao entrar a clase por llegar tarde
- Pues lo siento Gerardo pero ese no es motivo para llegar tarde a clase, tienes que aprender a defenderte si no quieres que la sigan tomando contigo
- Que son mu grandes
- ¿Y me lo dices a mí? Una buena patada en los gitanales y ya verás como no volverán a incordiarte
- ¿Lo qué?
- Déjalo, ya hablaré yo con el director para que ponga remedio lo antes posible a esta violencia escolar. Anda majo, pasa y toma asiento donde puedas que ahora te serviré una tila para que te relajes un poco que te noto algo nervioso
- ¿Una tila, eso que es lo que es, no será drogaina que mi agüela no me deja?

Gerardo tomó asiento en un enorme sofá, entre un gatico grandísimo y lleno de calvas y una gorrina viuda y preñada, mientras esperaba a que regresase su amigo aprovechó la ocasión para observar con detenimiento el interior de la vivienda.
Haris regresó con una taza llena de tila, que resultó ser una infusión asquerosa de la muerte pero que Gerardo bebió por no quedar mal.

- ¿Te puedo ayudar en algo Gerardo?
- ¿Eres tú mi padre?
- No, ya te dije que no el otro día
- Ay, perdona, que no ma acordaba. Bueno si, se me ocurre otra cosa que preguntate, es que, la otra noche, digo, el otro día, escuché sin querer a unos señores que decían algo sobre un tal “El que no debe ser pronunciao” o algo asin. Bueno que eso, que me llamó la curiosidad y esas cosas

Haris tardó un rato en responder, tuvo que meditar sus palabras para no dar más información de la que aquel muchacho necesitaba saber.

- Ese del que oíste hablar era un conocido delincuente de los bajos fondos, todo parece indicar que provenía de algún país del este, su verdadero nombre es “Vladimir Oleksandr Radosavljevic” o así se le conoce dentro del mundo de la mafia, de la Organizatsiya para ser más exactos, pero lo más extraño es que era un gran aficionado al mundo de la magia, intentó por todos los medios ser reconocido como el más grande de todos los magos, llegando a recurrir en múltiples ocasiones a la violencia, era un mago temido y se le llegó a conocer por los más diversos nombres “El que no puede ser pronunciado”, “El asesino de conejos”, “El mago maloso”, aunque otros muchos que no le temían y trataron de enfrentarse a él le llamaban “Baldomero”
- Ya, que cosas
- Baldomero “El chulo” – Puntualizó Haris
- Me quiere sonar, la verdad
- Baldomero “El chulo de putas” – Insistió Haris
- Si, algo me dice
- Baldomero “El chulo de putas” que mato a una puta
- Ah, ya
- A martillazos
- Dio mio, me suena muchísimo
- Baldomero “El chulo de putas” que mato a una puta a martillazos que era tu madre
- Ay, que creo que se quien dices

Entonces Gerardo recordó a aquel malvado señor que en ocasiones se pasaba por la caravana donde vivían con sus abuelos y le exigía a su madre gran parte de su recaudación, era más malo que un vaso de agua de fregar, hasta su abuelo le tenía miedo, cuando se acercaba por el barrio los niños huían despavoridos y se escondían en el primer sitio que encontraban, los vecinos se encerraban en casa y las prostitutas esperaban sumisas a que les llegase su turno para pagar, era todo un rufián. Pero desde el día que su madre fue asesinada, ya nadie volvió a saber de él ni se volvió a pronunciar su nombre, ahora Gerardo parecía entender el porqué, bueno, en realidad no pero no dejó de darle vueltas a la cabeza.

1 comentario:

Eric dijo...

Lo de ponerme a trabajar no lo había pensado, pq si te soy sincero soy un poco vaguillo xD
Gracias por tus recomendaciones en pelis de zombies. Intentare verlas de día pq sino... Te pongo el mensaje en el otro blog por si en este no lo lees. Saludos majo :)