NO RECOMENDADO A MENORES DE 13 AÑOS (Bueno, mejor 18, vamos a curarnos en salud)


Advertencia: Las historias aquí descritas pueden herir su sensibilidad y causar traumas irreversibles

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VII La extraña conversación

Se trataba del profesor Severo Ñapo, un cuarentón bastante estropeado y con muy malas pulgas que no prestaba mucha atención en lo que a la higiene personal se refiere como revelaba su pelo graso y pegajoso, sus numerosos poros negros y los andrajos más que pasados de moda que usaba por vestimenta, lo acompañaba el director Abelardo Donbenito, hablaban de un tema muy delicado pues se vieron obligados a salir del edificio para asegurarse de que nadie les pudiese escuchar pero para nada podían imaginarse que a escasos metros, oculto tras unos matorrales, había un niño algo cotilla que escuchaba con atención.

- Lo que trato de decirle director – Decía Severo Ñapo - es que “El que no puede ser pronunciado” se ha fugado de la prisión donde cumplía condena junto con otros dos reclusos, lo acabo de leer en Internet
- ¿Qué buen invento la Internet, verdad Severo? La de cosas que puede encontrar uno navegando…
- ¿Pero ha escuchado lo que le acabo de decir? “El que no puede ser pronunciado” anda suelto Dios sabe donde
- Pero eso es terrible, atroz, espantoso y horroroso, aterrador y tremebundo…
- Exacto director – Le interrumpió Severo Ñapo – y por el motivo que usted y yo sabemos, no sería de extrañar, que tarde o temprano decidiese hacernos una visita
- Tiene toda la razón, ese niño tan tierno ¿Cómo se llamaba?…
- Discreción director, discreción

Director y profesor siguieron caminando hacia el sotobosque hasta que Gerardo no pudo oírlos con sus orejillas de ratón ni verlos con sus gafas de culo vaso puesto que le separaban cerca de siete metros de distancia de donde se encontraban. Así que salió corriendo como una flecha en dirección a su habitación sin reparar en nada ni nadie y tropezándose en más de una ocasión por culpa de sus pies planos y defectuosos.

Cuando llegó a su habitación, jadeando agitadamente por la fatiga de la carrera, se encontró con Ro Ro que en lugar de dormir, estaba sentado en el borde de la cama esperándolo para hacer las paces pues no había nada de maldad en él, nada más verle se abalanzó sobre Gerardo y le dio un fuerte abrazo.

- Perdóname querido Gerardo, perdóname – Le dijo llorando – He sido injusto contigo pues no he entendido que estas perdido, vagando por entre los pecados que atentan contra la ley divina y son merecedores de la condena eterna, te he gritado en lugar de ayudarte que es lo que tenía que haber hecho
- Que me sé tocar solo, gracias
- No me refería a eso Gerardo, pero aun así insisto, perdóname, tengo mucha familia en el “Opus” y lo llevo en los genes, me ofuscó la mente semejante visión.
- ¿Lo qué?
- Los tocamientos ¿Me perdonas?
- Si, te perdono, si en realida me paeces mu majo

A la mañana siguiente, cuando los nuevos más mejores amigos se dirigían hacia el comedor dispuestos a desayunar se encontraron en su camino con Draculo Malfollao “El Nazi” y sus dos compinches, los malos remalos les acorralaron y empezaron a mofarse de ellos.

- Mirad, el retrasao y su novia la mandarina – Dijo Draculo y sus dos compinches le rieron la ocurrencia
- Por favor no nos hagáis nada, solo queremos ir a desayunar – Suplicó Ro Ro

A lo que Draculo le respondió con un bofetón en la cara de Ro Ro que a pocas lo deja tonto. Gerardo, arrastrado por el miedo, salió corriendo por entre los gorilas gritando como una nenaza y pidiendo auxilio, en su huida acabó saliendo del recinto y se encontró con el exterior, pero se tropezó con una piedrecilla y acabó rodando por los suelos como una pelotilla y provocándose magulladuras por todo el cuerpo. Al momento aparecieron junto a él los tres matones dispuestos a darle una buena somanta de palos, pero la suerte quiso estar del lado de Gerardo.

- Madre mía lo que estoy viendo allí – les dijo Gerardo mientras señalaba con su dedo una dirección – un gatico asustao
- ¿Pero tú te crees que somos tontos? Te vas a enterar atontao – Dijo Draculo mientras se arremangaba
- Que no que es verda, lo juro por Tamariz

“Gorila”, uno de los matones que acompañaba a Draculo se acababa de dar la vuelta y pudo comprobar que Gerardo no mentía puesto que en un árbol, en una de las ramas más altas, había un minino más que asustado.

- Que es verdad, que hay un pobre gato allí asustao, pobrecico – Grito Gorila mientras corría hacia el árbol dispuesto a todo con tal de rescatar al animal

Draculo y su otro compinche se volvieron para poder verlo con sus propios ojos, momento que Gerardo aprovechó para escapar.
Corrió como un poseso dispuesto a dejarse las plantas de los pies antes de que le dieran una buena paliza, ni siquiera miró si le seguían. Agotado, casi sin aliento y más que dolorido, se escondió en un lugar que no había previsto, en la biblioteca, una gran sala poco iluminada cuyas paredes estaban llenas de estantes abarrotados de libros de todos los tipos.
En una de las numerosas mesas, sentado en una silla leyendo, había un hombre gordo como el solo, era casi calvo, tan solo tenía cuatro pelillos canosos y su cara parecía la de un perro con moflos al que le acaban de poner unas gafas.
El hombre dejó el libro que estaba leyendo para contemplar a Gerardo.

- ¿Qué haces allí parado como un pasmarote, no tienes nada mejor que hacer?
- Perdón señor con cara de perraco, he tenio que esconderme donde he podio
- ¿Te persigue alguien, hijo?
- Unos niños que quieren darme de hostias
- ¿Y tú te dejas? ¿Eres marica?
- Creo que no señor
- ¿Vamos que eres un cacao, un mierda, un tonto del culo?

Gerardo bajo la cabeza

- ¿Cómo te llamas, si se puede saber?
- Gerardo Putas, pa servirle
- No es un nombre muy adecuado – Observó el señor
- Pos es el único que tengo así que a jodese
- Los niños de hoy sois bastante maleducados, en fin, yo soy el bibliotecario, me llamo Carlos Klorenaguer

En aquel momento sonó el teléfono. El señor Klorenaguer se levantó y se dirigió hacia su despacho, que estaba en el otro extremo de la habitación, y cerró la puerta para poder hablar en privado.

Gerardo se fijó en el libro que el señor Klorenaguer había tenido en las manos y que en ese momento estaba sobre la mesa. Era como si el libro tuviera un poder irresistible sobre él así que cogió el libro sin pensárselo dos veces y lo ojeó detenidamente, las tapas eran de color cobre, y en su interior estaba impreso en dos colores. Observó que en la portada había dos serpientes, una oscura, la otra clara, que se mordían mutuamente la cola formando un óvalo en cuyo interior estaba el título:

La historia interminable

El título le pareció poco acertado para un libro la verdad, pero aún así no pudo resistir su influjo por más tiempo, por lo que tuvo que sentarse para poder dar comienzo la lectura de aquél libro tan misterioso. Lo abrió por la primera página y comenzó a leer sintiendo que por primera vez en su vida un libro le absorbía de la más extraña de las maneras

I Fantasía en peligro

A sus agujeros, nidos y madrigueras se dirigían todos los animales del Bosque de Haule.
Era medianoche, y en las copas de los viejísimos y gigantescos árboles rugía un viento tempestuoso. Los troncos, gruesos como torres, rechinaban y gemían.
De pronto, un resplandor suave cruzó en zig-zag por el bosque, se quedó templando aquí o allá, levantó el vuelo, se posó en una rama y se apresuró a continuar. Era una esfera luminosa, aproximadamente del tamaño de una pelota, que daba grandes saltos, rebotaba de vez en cuando en el suelo y volvía a flotar en el aire. Pero no era una pelota.
Era un fuego fatuo. Y se había extraviado.

- Vaya caca – Dijo Gerardo.

Y tiró el libro a tomar por saco al otro lado de la habitación. Le gustaba bastante leer, pero no llegaba a entender que un escritor necesitase usar tantas palabrejas par contar algo tan simple como un cuento. Donde estuviera “Harry Potter” que se quitasen todas estas historietas fantasiosas.
Anduvo junto a los estantes, leyendo los lomos de los libros, hasta que por fin pudo dar con uno de su agrado. “Mis amiguitos, los animalicos. Mira que majos” lo abrió por la primera página y leyó un poco:

El perrico que es mejor amiguito del hombre hace: Guau, guau. Y otras veces: Grrrrrrr
Los gaticos que también son muy majicos pero no tanto hacen: Miau, miau.
El ornitorrinco, que es el más rarico de los bichitos hace: Afgasafslfjñaijñ, fjalsjf, aunque nadie lo oiga…


Aquel libro le pareció mucho más interesante por lo que no dudó en cogerlo prestado para poder cultivarse la mente con detenimiento.

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