NO RECOMENDADO A MENORES DE 13 AÑOS (Bueno, mejor 18, vamos a curarnos en salud)


Advertencia: Las historias aquí descritas pueden herir su sensibilidad y causar traumas irreversibles

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XIII "Badaboom"


Dedicado a Arancha :)



El cielo estaba despejado, no había ninguna nube a kilómetros a la redonda, al salir el sol el valle se iluminó mostrándose en todo su esplendor, los pajarillos comenzaron a cantar y los animalillos silvestres salían de sus madrigueras. Los primeros rayos de sol alcanzaron la fachada de Hogwarts en un santiamén y se adentraron por las ventanas iluminando el interior, despertando a más de un perezoso que todavía había salido de la cama, después de largas horas buscando al supuesto asesino que se ocultaba bajo una manta.
En el alfeizar de una de las ventanas había una extraña lente, se trataba de una enorme lupa que abandonada a su suerte, golpeada y derribada por los espasmos de un hombre antes de su muerte, había rodado hasta ese rincón donde ya nadie se preocupó del bellísimo objeto. Ahora, un rallo de luz incidía en mitad de la lente y al atravesarla resurgía con la potencia de un rallo fatídico que apuntaba hacia el interior de aquella habitación como si fuese el dedo de un Dios.

Gerardo despertó dolorido, tenía el culo magullao y la cabeza le daba vueltas. No sabía donde estaba, aparte que no se veía un pijo porque estaba todo la mar de oscuro. A tientas, apoyando sus manos en una misteriosa pared, rugosa como la cara de un adolescente con acné, avanzó a paso tortuga hacia donde creyó ver algo de luz. Mientras tanto, repasaba mentalmente la segunda peli de Harry Potter, en la que el joven mago acababa encontrando la misteriosa cámara de los secretos donde un monstruo la mar de feo le estaba esperando pa joderle.
Gerardo, no podía más que estar preocupao y muertito miedo, no sabía que había sido de su mantica, tenía las gafas con más rayas que la encimera del lavabo de la “Coliseum” y un dedico mierda harto grueso, además no contaba con más arma que su ingenio, así que no pudo más que rezar porque allí no hubiese ningún monstruo que quisiera darle por culo.

Mientras tanto, treinta metros sobre el cebollón de Gerardo, un rayo de luz incidía en un grueso volumen, se trataba de un libro muy antiguo, un libro en el que podían encontrarse los grandes secretos de la alquimia. Ese libro había pertenecido a grandes magos, curiosos médicos e inteligentísimos químicos que lo habían leído y releído a lo largo de la historia y que lo habían usado mientras realizaban sus extraños experimentos, quizás por eso en aquellas hojas de papiro quedaban restos apenas visibles de azufre, restos de salitre o restos de saliva de viejo entre muchos otros. Uno solo de esos ingredientes hubiesen bastado para que la chispa surgiese, la combinación de todos, simplemente, hizo que sucediera todo mucho más rápido. La llama surgió espontánea y no tardó ni un momento en devorar aquel libro ni en extenderse hacía los otros tantos libros, y objetos que había en aquella habitación. Y en cuestión de un momento las llamas alcanzarían aquel objeto, según Gerardo: similar a un robotejo de cocina de última generación.

La luz que al principio era chiquitita, chiquitita, ahora era totalmente visible hasta para el miope de Gerardo, después de todo iba a conseguir salvar su culo de la ferocidad de la turba que horas antes había tratado de atraparlo acusándolo injustamente de asesinato.
El lugar donde se encontraba tenía pinta de haber sido una antigua bodega, quizás un casino ilegal durante el Franquismo o Dios sabe qué. Había numerosas barricas de vino cubiertas de una gruesa capa de polvo, al igual que numerosas botellas que a saber que coña contenían. Sobre las mesas había una ruleta destartalada y tapetes de esos para jugar a las cartas, y la de cosicas que hubiese visto Gerardo de no ser por la alergia que le daba el polvo. Al primer estornudo liberó una cantidad de mocazo tal, que hubiese bastado para llenar hasta el borde una de aquellas viejas botellas. Se limpió los restos de moco con el dorso de la mano y después se lo restregó en el pantalón. Después continúo andando hacia la luz, el camino era cuesta arriba y la mar de cansado, al cabo de unos minutejos y una escalada tope peligrosa, alcanzó lo que parecía un cubículo con olor a truño, la luz entraba a través de una rendija encima de una puertecica. Al abrir esta y ver la luz casí se queda ciego, se encontraba para su sorpresa en medio del bosque, una vez fuera del cubículo se percató de que había salido a través de una letrina portátil de esas que ponen pa Sanfermines, se trataba pues de una salida secreta la mar de original y discreta según él. Se fijó en que se encontraba en la misma linde del bosque y que desde allí se divisaba Hogwarts con todo detalle.
Mirando de nuevo hacia la curiosa escuela pensó en todos los momentos buenos que había pasado allí dentro en el poco tiempo que había durado su estancia, pensó también en la de amigos que iba a dejar allí, niños y niñas sonrientes, en el fondo pese a todo lo ocurrido en las últimas horas, casi todos más buenos que un coro de ángeles celestiales y ante todo seres inocentes, en su mayoría provenientes de humildes familias y con un futuro incierto.

¡¡BOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOM!!

La potente explosión y la onda expansiva lo mandaron a tomar por culo de lejos. Al menos, un zarzal amortiguó la caída, cuando consiguió levantarse todavía le pitaban los oídos pero mogollón, como si se le hubiese metido un abejorro histérico dentro.
Una imponente columna de humo delataba el lugar donde tan solo unos minutos antes había deambulado, se fijó en que Hogwarts había quedado reducido a un montón de escombros y se preguntó si sus amigos se encontrarían bien, anduvo hacia allí, esperando encontrarlos de un momento a otro pero cuando vio que lo único que quedaba de sus compañeros y amigos era apenas unos restos humanos irreconocibles cayó pal suelo desmayao como una fan de Bisbal en primera línea de concierto.

Un tiempo después:

Gerardo Putas había soñado, cientos, miles de veces, que subiría a un avión. Cuando los veía surcando el cielo desde la minúscula ventana de la caravana de sus agüelos se preguntaba cuan alto volarían y lo chiquitico, chiquitico, chiquitico que se tendría que ver todo desde allí arriba porque debían volar más alto que la torre del campanario de la iglesia del barrio.
Ahora que iba de pasajero en uno de ellos se arrepentía de haber soñado con tanto fervor que algún día montaría en uno.
Junto con Haris, había sido el único superviviente de una tragedia que conmovió al país entero, de hecho se declararon tres días de luto oficial y dio comienzo una investigación la mar de cara que tenía como único fin descubrir a toda costa cual había sido la causa de aquella extraña explosión. Cuando las autoridades lo encontraron allí sentadito junto al lugar de la tragedia y le interrogaron sobre lo que había pasado, él se limitó a contestarles con su recién aprendida mentira que ya le salía la mar de bien, cruzando los dedicos con disimulo, Estaba cagando les dijo señalando la letrina de la que horas antes había salido. Por lo visto aquel túnel que se adentraba en el colegio se había derrumbado con la explosión y la letrina había salido despedida como un cohete a reacción y había acabado en la copa de un maldroño, de ahí que las autoridades alucinaran con la respuesta de aquel engendrillo medio disminuido.
A sus agüelos no les hizo ninguna gracia lo de su vuelta, cuando se lo comunicaron por teléfono amenazaron con suicidarse y todo, pero era eso o la cárcel por abandono.
Haris, por su parte, había perdido los brazos y las piernas pero por lo demás estaba bien, le salvó que cuando la explosión estaba entre una cerda preñada y una cabrilla dentro de los establos, pero eso se lo guardo para él.

Ahora, subido en aquel avión que le tendría que llevar hasta su antiguo hogar, Gerardo estaba mareao perdido y las pobres azafatas ya no sabían de donde sacar más bolsas para que aquel niño gordinflón con cara Bartolo echara la pota. Para más inri, estaba encajonao en una fila de tres asientos entre un chuchumeco obeso que olía a culo de mona en celo y una jovenzana rubia mega-choni de extraradio que debía estar preñada lo menos de cincuenta bebes porque parecía un globo aerostático la condenada.
El gorinflas, que dijo llamarse Hugo, le quiso ofrecer algo de comida para que se le estabilizara el estomago, pero a Gerardo que estaba malísimo de la muerte, tanto las alitas de pollo refritito hasta los frijoles con enchilada le daban unas arcadas que paqué.
La preñada le tapaba la ventanilla por lo que no podía sacar la cabezica para que le diera el aire y para admirar el paisaje que había bajos sus pieses, y encima la música que sonaba en su ipod lo hacía a todo volumen, lo peor es que la tía estaba torturándose los oídos con los grandes éxitos del “Canto del loco” berridos y desentonos que ponían nerviosico perdido a cualquiera con un poco de buen gusto y a él en particular. Necesitaba moverse como fuera o le iba a dar un patatús así que escaló al gordo como pudo y salió al pasillo a cotillear.
En los asientos de atrás había un par de chinos a los que no entendía ni papa y al fondo, en un riconcico, abandonao como un ex-dictador con alzheimer, había un viejuno calvo en silla ruedas, se le veía más triste que un hebreo vendiendo entradas pa visitar “Auchvich”. También había un chulipandi melenudo con cara de sobrao y una mozalveta pecosa que estaba reguena y que le serviría de ahora en adelante como musa durante sus desvelos, se fijó en que estaba esposada y en que el tipejo de al lao lucía una sonrisa funcionario que lo delataba como policía o funcionario prisiones o algo asín, bien pagao y con moscosos.
De estas que de repente le empezó a picar el aujerico del culo, señal inequívoca de que se estaba cagando, así que fue directo pa el baño. Por desgracia estaba ocupado así que habría que joderse. Justo enfrente había una puertica diminuta con una palanquica roja que ponía “Push Only emergency”, lo malo que no sabía francés. Se cagaba mucho, muchísimo así que pensó en abrir la puertica y sacar el culamen fuera con el máximo disimulo, si echó el truño rapidico nadie se va enterar se dijo a si mismo mientras se acercaba pa la puerta. Iba a hacerlo cuando de repente escuchó un ruido muy, muy desagradable que provenía del interior del cuarto de baño. Sonaba algo así como Agggg, agggggg, aaaggggggggggg. Le pareció muy muy mal que mientras que él se estaba cagando encima malamente algún soguarro se estuviese haciendo una manolilla allí dentro.


- - Azafataaaaaaaa – gritó con todas sus fueras– ¡AzafaaaaaaaaaaaaataaaaaaaaaaaaaaA!


Una señorita azafata apareció de inmediato y pegó la orejica a la puerta que le señalaba el mongolico ese que ya le estaba dando el viaje, pero en cuanto escuchó aquél sonido corrió de nuevo hacia el pasillo preguntando a diestro y siniestro si había algún medico por allí que creía que a alguien le estaba dando un infarto en el baño.
Apareció de nuevo acompañada de un señor muy majete que se identificó como ATS en excedencia por asuntos propios, este, al ver que la puerta estaba cerrada a cal y canto, empezó a darle unas coces a la puerta que ni un asno con estrés post-traumático.
Gerardo, la mar de entretenido, se había olvidao por completo del mojón que ya había asomado la cabezica hacía un rato.
El ATS tiró la puerta abajo y vieron que dentro había un enano idéntico a uno de los Hobbits del “Señor de los anillos” con pinta pocha, al menos ya se había callao el canso. El ATS le tomó el pulso y dijo que había muerto, iba a santiguarse y a rezar un rosario, cuando la azafata que había hecho un curso de primeros auxilios cuando estudiaba FP dijo que el corazón le hacía más ruido que el coche de un tunero y que muerto como que ni de coña. De nuevo el puñetero enano empezó a emitir el desagradable sonido como dándole la razón a la azafata.
De pronto apareció frente al baño un moro canijo con pelucón de reinona y observó el percal con sumo interés.


 - Mara lo que te digo catalán, el enano cristiano se está ahogando, por Alá haz algo pero ya o si muere aquí mismo


El ATS agarró al enano como si fuera un saco patatas, se adhirió a su espalda como una lapa y lo puso mirando pa la meca, de pronto empezó a apretarlo como si fuese una muñeca hinchable de gama alta perdida en un presidio. Gerardo pensó que no era lugar ni momento pa guarradas como esa pero no dijo nada porque el morbo le podía. De pronto, el hobbit escupió una bolsita plástico pequeñica rellena de alguna extraña sustancia que voló por los aires como una mosca cojonera. El morito la cazó al vuelo como un experto jugador de beisbol y, tras comprobar de un rápido vistazo que estaba repletita de pellote, la escondió en un bolsillo del pantalón a la velocidad de un rayo.


 - ¿Qué era eso? - Preguntó la azafata
 - ¿Queeeeeeé, cristiana? Yo no he visto nada siñorita, morito solo miiiira, solo miiiira pero no compra


El moro se fue por donde había venido y el ATS acompañó al puto enano hasta su asiento.
La enfermera se acercó a Gerardo y le dio mil gracias porque según ella acababa de salvar la vida de un pasajero. Como gesto de agradecimiento tuvo el detalle de invitarlo a visitar la cabina del piloto. Gerardo, ante la emoción, olvidó tanto su mareo como el hecho de que acababa de cagarse encima y aceptó la invitación con una sonrisita de oreja a oreja. Emocionado, acompañó a la azafata hasta la cabina del piloto, ni ella, ni el resto de pasajeros: desde los chinos, hasta el obeso, desde el calvo de silla ruedas a la choni preñada, ni el ATS, ni el chulipandi, ni la “pecas esposada”, ni el morito, ni el puñetero enano con cara de Hobbit se podían imaginar lo peligroso que podía ser que aquel niño de nombre Gerardo Putas (“pa servirle”) pudiese llegar a acercarse aunque fuese un momento a los mandos de aquel avión.
Los pasajeros del vuelo 815 de Oceanic estaban realmente “Perdidos” y ante todo bien “Jodidos”.



Fin de la primera temporada.

XII ¡¡Corre, Gerardo corre!!

Alguien dio la voz de alarma y todo el mundo, profesores y alumnos, sin contar al pobre Ro Ro que estaba convaleciente y a Haris que desde su chamizo y entretenido como estaba con la puerca, no se enteraba de nada, salieron a ver qué diantres pasaba. La mayoría iba en pijama, camisón o calzones.
El bedel se encontraba junto al cadáver del director Abelardo Donbenito y un montón de curiosos ya se situaban a su alrededor a cotillear como si fuesen viejos en una obra. Estaban todos tan distraídos que nadie reparó en la mantica a cuadros con gafas que espiaba entre la multitud.
El nuevo profesor de pociones que era un poco Bartolo, se acercó al cadáver y le tomó el pulso mientras se miraba el reloj, la gente lo miraba anonadada – Está muerto, les aseguró.


 - ¿Es obvio, no? - Dijo el profesor Severo Ñapo


Y no había porque dudarlo, el cadáver del director tenía el cuello regirao como el de un pollo antes de ir a la cazuela, el pecho en el suelo y la cabeza mirando a las estrellas, aparte, tenía el cráneo abierto de par en par y los sesos estaban esparcidos por el suelo, los brazos estaban retorcidos como un nudo marinero y, para más inri, faltaba la parte inferior del tronco, como estaba oscuro nadie se dio cuenta de que se había quedado enganchada en la vaya de forja que rodeaba el recinto.


 - Lo han asesinado – Prosiguió Severo
 - ¿Y cómo sabemos que no ha sido usted, profesor? - Preguntó la profesora McGonagiu
 - ¿Por qué motivo iba a hacer una cosa así?
 - Por todos es sabido que siempre ha ansiado el puesto de director


Gerardo se lo estaba pasando pipa viendo discutir a los profes, por un momento, hasta se había olvidao de lo que había pasado minutos antes en el despacho del director.


 - Me ofende usted profesora McGonagiu, no me voy a olvidar de esta calumnia fácilmente, se lo aseguro. Sepa usted que he estado toda la noche chateando con una señorita, y para eso está el historial en internet, puedo demostrarlo. ¿Quien dice que no ha sido usted su asesina?
 - ¿Yo? ¡Habráse visto! Siempre he mostrado un gran respeto para con nuestro querido director. Aparte, yo no he podido ser porque no he salido de mi habitación en toda la noche.
 - Yo vi algo – Les interrumpió la profesora Nube de María – Hará unas horas alguien, oculto bajo una manta se dirigía hasta el despacho del director, creo que es el sospechoso


De pronto, un montón de miradas acusadoras se posaron en la mantica a cuadros con gafas bajo la que se dejaban ver un par de chirucas del 38. Gerardo tardó un poco en caer en la cuenta de lo que pasaba, el encantamiento de la capa invisibilidad habría desaparecido junto con el alma de Dumbledore, o a saber. En cuanto se percató de que más de uno lo señalaba como al culpable, echó un gritito de maricona y echó a a correr hacia el colegio.
Un montón de peña lo perseguía mientras gritaba un montón de improperios pero milagrosamente les sacaba algo de ventaja, sin saber cómo se había convertido en una especie de Forest Gump y corría que se las pelaba, pero al doblar una esquina acabó pisando su propia manta y cayendo de morros al suelo, de milagro no se le rompieron las gafas pero la manta se le enganchó con un banco madera y acabó tirada en medio de un pasillo, los pasos se oían cada vez más cerca así que se metió corriendo en una habitación.
Mientras, en el pasillo, aparecieron Herminia, Bartolo y otro chico miembro de la casa “Gimenez” que era negro como el carbón. - He encontrado algo – Dijo Herminia
Gerardo se llevó la mano al careto, la nariz le sangraba a causa del golpe y se había mezclao con el moquillo, sorbió un poco, la mezcla estaba rica. De pronto calló en que le faltaba algo¡Mierda, la capa invisibilidad! El regalo más mejor del mundo que le habían hecho.
Salió de su escondrijo y se dirigió hacia el grupito de tres. El negro se volvió hacia él, se parece al paje del rey Baltasar que había en el Primark las navidades pasadas pensó Gerardo.


 - ¿Has visto al asesino, chaval? - Le preguntó el chico de color
 - Dile al rey que sio bueno, que me traiga un coche de esos teledirigido y una pley


El negro lo miró como quien mira a un chimpancé del zoologico que está haciéndose una pajichuela.

Gerardo se percató de que Herminia había cogido su capa. Será mangui, pensó.


- Que eso es mío - Dijo mientras le arrancaba la mantica de las manos. Era un regalico pa él y nadie más.


Ofendido, volvió a echarse la mantica por encima. La ajustó hasta poder ver a través de los aujericos pa los ojicos y se puso las gafas de culo vaso que después del tremendo hostión que se había dado se habían quedado algo retorcidas. Mientras tanto, los demás le miraban anonadados.


 - ¡¡Asesinooooooooooooooooooooooooo!! – Gritó Bartolo Botón de inmediato, mientras señalaba con un dedo acusica al pobre de Gerardo. Era la primera palabra coherente que le habían oído decir desde que lo habían conocido

Gerardo cayó en la cuenta de que lo habían reconocido así que dio media vuelta y echó a correr de nuevo como una locaza el primer día de rebajas del Bershka.
Estaba hasta las narices de tanto correr pero sabía que si le pillaban se llevaría una somanta de palos sin parangón, como aquella vez que le pillo la agüela hurgando en los cajones donde escondía el monedero. Siguió por un pasillo, subió unas escaleras, giró a la izquierda, luego a la derecha, avanzó por otro pasillo, encontró otras escaleras, tropezó, rodó hasta abajo, se levantó mareao que paqué, siguió corriendo o al menos lo intentó, le iba a dar el asma... Oía gritos tras de sí pero no podía más, encontró una puerta. ¡Mierda, esta no!, no había tiempo y estaba extasiado así que entró a disgusto al lugar que consideraba más humillante del mundo: el baño de las chicas. Una vez dentro se encerró en uno de los vateres con pestillo y todo, y rezó el “Jesusito de mi vida, eres niño como yo...” la última media hora había sido una de las peores de su vida.

Nadie entraba, parece ser que estaba a salvo, o eso pensaba, porque de repente alguien comenzó a llorar como una plañidera, se deshizo de la manta que ya chorreaba de sudor, se puso las gafas, quitó el pestillo y asomó el careto. En un rincón había una chica llorando, era fea como el culo de una mona vieja en celo, la veía algo borrosa, casi trasparente. Será anoréxica, pensó.


 - ¿Tas bien? - Le preguntó a la desconsolada niña


La moza le miró a la cara y dejó de llorar, mudó el gesto, ahora parecía enfadada como si le hubiera venido la regla de repente. A Gerardo se le erizaron los pelillos de la nuca y empezó a tener un frío del carajo.


 - En este mismo baño perecí – Dijo la llorona
 - ¿Lo qué?
 - Soy un alma en pena porque alguien me sesgó la vida en este mismo lugar
 - ¿Mande?
 - ¡¡Que soy un fantasmaaaaaa!!


Gerardo se meó encima (calorcico, calorcico, calorcico...) y empezó a gritar como un hooligan borracho en una disco móvil de Salou, corrió hacia atrás como un cangrejo si quitar la vista del espectro, aterrorizado y acabó empotrándose contra un lavabo e incrustándose en la nuca el puñetero grifo.
¡Madre mía!, como jode, pensó mientras se acariciaba la nuca. Pero de repente se activó un extraño mecanismo, el lavabo se movió de su sitio como si tuviera raíles y apareció un enorme aujero bajo su gordo culo que se lo tragó como un inodoro a un zurrute.

XI "La poción que olía que paqué"

Habrían pasado unos treinta segundos y el dire no regresaba, Gerardo estaba nerviosico perdido, impaciente, necesitaba hacer algo pero ya o le iba a dar algo. Se levantó de su asiento e indagó por la habitación, la pantalla del ordenador estaba apagada y encima de la mesa no había más que cedeses en los que habían escrito cosas muy rarejas como “copulaciones” “felaciones” o “masturbación en grupo”.
Se quitó un mocazo de la nariz, hizo una pelotilla con él y la pegó debajo de la mesa, ante todo higiene se dijo a si mismo. De repente vio una cosa muy chula que captó toda su atención, parecía una lupa gigante con soporte y todo, fue a cogerla y tiró al suelo sin querer una figura de porcelana fea de cojones que hizo un ruido horrible al romperse. Se quedó petrificado pero por suerte el dire no apareció así que con disimulo, escupiendo más que silvando un tema de Bisbal muy pegadizo, deslizó los pedacitos de porcelana por debajo de la mesa y sonrió satisfecho porque había eliminado las pruebas del crimen en un santiamén. Ahora, si tenía el lupamen en su poder, Madre mía que de bien se ve todo, pensó. Sus dedos de por si regordetes parecían morcillones de Burgos, se saco otro moquillo y tras convertirlo en una bola lo miró a través de la lente, parecía un planeta en floración. Se acercó a la pared y apuntó a una arañica con la lupa, casi se mea encima al ver semejante monstruo repletico de ojos y pelangarranacos del quince. Una vez se hubo recuperado del susto se fue a sacar la picha para vérsela en aumento pero oyó unos pasos que indicaban la vuelta de Dumbledore así que se deshizo de la lupa, dejándola en el alfeizar de la ventana.
El director asomó su cabeza pepino por la puerta y, sonriendo, echó una miradita.
Gerardo permanecía sentado en su silla, superformal, con una pierna encima de otra como hacen los mayores. Del esfuerzo ante tal contorsión sudaba como un oso panda corriendo una maratón. Miró al dire con cara de inocente, parecía no haber roto un plato en su vida, bueno, más bien un chimpancé escuchando a un académico explicar la teoría de la relatividad.


 - Creí haber oído algo – Se excusó el dire antes de marcharse.


Gerardo suspiró aliviado, esperó un ratico, como dos segundos, y volvió a levantarse pa cotillear. Se asomó a una pequeña habitación que quedaba al lado de la otra por la que se había marchado el dire, era una cocinilla diminuta o algo asín. Sus orejillas de ratón captaron un ruidico muy gracioso, era como un tocino silvando la marsellesa, sobre un pequeño fuego había un objeto de metal la mar de majo que echaba una de vapor que pa qué te voy a contar , parecía una locomotora de un cercanías liliputiense, el ruido provenía de allí. Se acercó curioso, dispuesto a tocarlo, pero cayó en la cuenta de que tenía que quemar de lo lindo, la de veces que se había quemao con la plancha de la agüela. ¡Madre mía, si Dumbledore está haciendo una poción!, se maravilló, y su cerebro seguía pensando en que poción sería cuando su cuerpo que a veces parecía tener vida propia comenzó a hacer de las suyas, cogió un salero que había en un estante, abrió la tapilla del recipiente de metal y lo medio vacío en su interior. Madre mía que de burbujas, pensó. Animado como estaba con el experimento, no tardó ni dos segundos en alcanzar un frasco muy llamativo que estaba en otro de los estantes. Via, viaa... Viaaaagra, leyó, sonaba bien así que vació todo el frasco en la poción. No había caído la última pastillica cuando ya se había hecho con un recipiente de plástico blanco y naranja la mar de majo, Aguarras aromático leyó, echó primero un chorrico pero como olía requetefuerte como mil pedos de viejo en un ascensor, lo vació entero, hasta la última gotica. El potaje tenía muy buena pinta pero era demasiado incoloro, por suerte encontró una botellica en un aparador, era de plástico transparente y en su interior guardaba un espeso líquido verdoso, se lo acercó a la naricilla, olía maravillosamente así como a monte pinos, así que echó un chorrico a la potente mezcla, salieron burbujas a cascoporro y después pompitas la mar de majetas que se dedicó a explotar una a una, la poción estaba mejorando. Y hubiera continuado con ella de no ser por que Dumbledore le estaba llamando desde la otra habitación. Lanzó un gritito de maricona y corrió hacia el despacho pensando en la mejor de las excusas.


 - Estaba cagando – Mintió, algo a lo que no estaba acostumbrado


Dumbledore llevaba un libraco gordote y el pensadero que esperaba Gerardo no se veía por ningún lado, Vaya caca, pensó. El dire se sentó junto a su mesa y abrió el libraco por la mitad más o menos. Ante sus ojicos diminutos apareció un anuario que ocupaba ambas páginas, era en blanco y negro, y ninguno de los caretos se movía para decepción de Gerardo.


 - Este es tu padre, querido – Dijo el director señalando una fotografía en la que aparecía un adolescente con cara de cabroncete y mirada asesina que daba más miedo que Kevin Bacon enfadao – Hizo un curso de magia avanzada en los años setenta, vino de intercambio, era un mago magnifico, espléndido, excepcional, único e inigualable. Por desgracia era tan buen delincuente como mago. No se conformaba con actuar en cumpleaños ni comuniones, ni le iban los espectáculos teatrales ni mucho menos dedicarse a la enseñanza de este precioso oficio. Nos vimos obligados a expulsarle del centro y desde entonces nos guarda más rencor que la Varónesa Tissen a su nuera. Durante años nos hizo la vida imposible, corrompió al sindicato de magos, clausuró talleres de magia y amenazó de muerte a todo aquel que practicara la magia con ánimo de lucro y no le aportara una comisión. Hasta le imputaron en el caso Gurtell, imaginaté que panorama
 - Y mató a mi mami el joputa– Añadió Gerado, que lloraba a moco tendido como la viuda de un minero a la que congelan la pensión los mismos políticos a los que dio su voto.
 - Lo sé querido, lo sé


El director Abelardo se levantó de su silla y se dirigió a la cocina, mientras Gerardo seguía cotilleando el anuario. Madre mía que de gente había pasado por esa escuela.
El dire regresó con una bandeja repletica de dulces y un juego de te del Ikea la mar de soso, Gerardo no se fijó en la tetera humeante porque se la tapaba un paquteico bollicaos


 - Te vendrá bien un té, querido
 - ¿Eso lleva drogaina?
 - No, claro que no
 - Pos vale


Gerardo había enganchao un rotulador del escritorio y con cierto disimulo se dedicaba a pintarrajear sobre las fotografías de los alumnos, a un chavalote del curso de “desapariciones” de verano del 74, que se llamaba Eduardo Roldán, le pintó unas gafas culo vaso como las suyas y bigotin dictador, le quedó mu mono.


 - Aquí tienes tu té, querido
 - Chachi


Iba a bebérselo, pero estaba más caliente que Clinton en un congreso de becarias, así que llenó la manaza de pasticas de chocolate y se metió un puñao a la boca.
El director se sentó a su lado, tan cerca como pudo, piel con piel, estaba encantado de tener a un muchachote tan hermoso en su despacho. El pobrecico se había emocionado con tanta revelación pero ahora parecía haberse calmado un poco. El té olía extraño pero le gustaba bebérselo cuando estaba muy caliente, dio un generoso sorbo y siguió contemplando al hermoso efebo de mirada estrábica. De pronto empezó a sentirse como que mal, la garganta le ardía y un fuerte mareo le subió hasta la cabeza.

Gerardo se había aburrido del libraco y se estaba cansando de estar allí encerrado, además empezaba a oler a viejo. Se llenó un bolsillico de dulces y se volvió a darle las gracias al director, lo vio un poco pálido, como el culete de un albino, le salía algún espumarajo por la boca y todo como a la niña del exorcista, que miedo le daba esa película, lo menos tenía tres rombos. De pronto, el hombre se levantó y se llevó las manos al cuello, empezó a dar vueltas como un enfermo alzheimer en la sala de los espejos, tirándolo todo a su paso, y hacía un ruido muy desagradable, le recordaba a lo que había leído del ornitorrinco.
Gerardo estaba muertico miedo, no sabía que hacer, parecía como si al pobre hombre le faltase el aire. Sabía muy bien lo que era eso, había padecido de asma y era un puta mierda. Decidido, se acercó a la ventana y la abrió de par en par para que entrara el aire, luego fue a por Dumbledore que había mudao el color de la cara a un azul papa pitufo. Agarró al viejo de la manica, que entre lo fría que estaba y las arrugas que tenía daba repelús, y lo arrastró hasta la ventana, el hombre agonizaba sobre la reprisa, tenía como espasmos, le recodó a un pececico que tuvo, “chichi” cuando lo sacaba de la pecera pa darle de comer hacía eso mismico. Fue a por la su mantica mágica, no quería que encima el pobre hombre cogiese una pulmonía, pero cuando se dio la vuelta vio que el dire ya no estaba, había desaparecido. Al menos eso pensó hasta que oyó un PLOF al otro lado.

X "La mantica a cuadros"

Gerardo despertó una vez más con un dolor de cabeza terrible, como si le hubieran plantao un ficus en mitad del cerebro, no solo eso, tenía todo el cuerpo como magullao y cubierto de tiritas, al menos así pudo ver su generoso pecho, tetillas incluidas, la sábana había acabado convertida en una mini tienda de campaña con humedades a mitad de camastro. Tardó en comprender que estaba palote perdido porque las gafas estaban en la mesilla de al lado. Haciendo un esfuerzo sobrehumano las alcanzó y una vez se las hubo puesto comprobó a duras penas que estaba en la enfermería.
En el camastro de al lado roncaba plácidamente su queridísimo amgigo Ro Ro, un globito moco se hinchaba y descinchaba en su nariz a la vez que hacía “tuti” “tuti” su efecto era hipnótico, como los cromos de pokemon o la cabecera de Bob Esponja. Se fijó en que el pobre tenía todo el cuerpo cubierto de vendas y los brazos en cabestrillo. Daba mucha penita.


 - Ro Ro – Lo llamó Gerardo


El pobre Rodriguez despertó de su placentero sueño y al ver a su amigo sonrío de oreja a oreja, no tenía las palas superiores, sus ojillos estaban amoratados y le faltaba un pedacito de oreja. Nada grabe a priori, pensó Gerardo.


 - ¿Ca pasao? ¿Tas malico?
 - Hola Gerardo querido. Tranquilo, no es nada, solo he perdido la visión de un ojo y algo de audición en el oído derecho, las fracturas se curan y las heridas cicatrizan, no te preocupes. El señor me ha salvado, loado sea.
 - ¿Lo qué?
 - ¿Tú como te encuentras?
 - Me duele hasta el aujero´l culo. No ma acuerdo ca pasao, solo sé que vi aun fantasma regordo con cara malote y escapé como pude.
 - Era yo, llevaba la careta que me dio el profesor Ñapo. No se por qué pero al verme saliste corriendo como un loco y te lanzaste por la ventana, atravesaste el cristal y caíste los tres pisos, menos mal que estaba ese zarzal si no no lo cuentas. Te trajeron a enfermería, yo quise acompañarte pero el profesor Ñapo decidió continuar con el ejercicio, así que volví a hacer de “Dementira”, lo malo es que el que tuvo que defenderse de mí fue Malfollao, no veas lo bien que lo hizo para ser repetidor, oye. Le dieron doscientos puntos a “Esmirriadin”. En fin, veo que estas contentito, ya te dije que no me importa que te masturbes
 - ¿Eh?
 - Que si lo necesitas puedes hacerte una pajichuela, el señor te perdonará tal y como estas.
 - No, que me duele too, ¡Como jode!
 - Esta mañanita ha estado el director Abelardo, que bueno que es, un ángel reencarnado, un santo en vida, un bendito, Dios lo acoja en su seno el día que abandone este paraíso terrenal. Ha estado más de dos horas sentado a tu lado, te miraba con una dulzura que ni una madre a sus hijos, te destapaba si tenías calor y te cubría de nuevo si tenias frío. Hasta te acariciaba como a un gatito, que dulce. ¿Sabes? Te ha dejado un regalito junto a las zapatillas que lo he visto.
 - ¿A sí? ¡Chachi guachi!


Gerardo se inclinó como pudo y alcanzó el pesado paquete que había en el suelo. Estaba envuelto en papel de regalo del Carrefour. ¡Que emoción! no le hacían regalos todos los días, el último había sido de la amiga de su difunta madre, la Pura, que le regaló un condón caducao con sabor a frutos secos que él confundió con un chicle con el que casi se asfixia.
Lo desenvolvió como pudo valiéndose de los dientes pues uñas ya no le quedaban y extrajo una preciosa manta de cuadros rojos y negros cual cachirulo, de esas que suelen usar los viejales para cubrirse las piernas en agosto para evitar coger una pulmonía.


 - ¡Madre mía, es una capa invisibilidad! - Exclamó Gerardo emocionado
 - Yo creo que es una manta para ahora que llega el frío
 - Que no, que visto la peli. Esto te lo echas encima, desde el cogote hasta la punta de los pies, y no te ve nadie en el mundo, ni siquiera el “Papa” que tiene poderes. Y puedes ir por donde quieras y hacer lo que quieras: Mangar libros mu chulos, espiar a los profes, meterte al cuarto de las niñas y hacerte manolillas mientras se ponen el pijama. ¡Es una pasada!
 - Madre del amor hermoso cuan pecador eres Gerardo – Trató de santiguarse pero estaba impedido
 - Ta noche la estreno, jo que si

Así fue. Esa misma noche, aprovechando que Ro Ro dormía como un bendito roncando como una vieja de lao y que estaba todo en calma total. Se bajó de la cama ignorando el dolor de sus heridas y se echó por encima la mantica que a duras penas cubría todas sus lorzas. Anduvo por el pasillo viendo menos que un vendedor de cupones en una discoteca cuando, de repente, se dio de bruces contra una pared y, rebotando, salió despedido hasta un camastro vacío.
Pensó en qué podía estar haciendo mal, no le llevó más de tres horas, y cayó en la cuenta de que si le hacía un par de aujerillos a la mantica para los ojicos no le sería tan difícil desplazarse. Así que valiéndose de unas tijeras que mangó del botiquín solucionó el problema.
Volvió a cubrirse con la manta y se puso las gafas de culo vaso por encima que le era más cómodo y de paso no se le empañaban. Ahora sí, pensó antes de avanzar.

Si la enfermera Pompita no hubiese estado tan concentrada con aquel sudoku quizás hubiese visto aquella extraña manta con gafas avanzar pasito a pasito por la enfermería.
Si el bedel, que era un pervertido, no hubiese estado babeando encima de aquel especial “Carmen de Mairena nos abre las puertas al paraiso” de Interviu, hubiese visto a aquel extraña cosa similar a una mesilla de té con zapatillas deslizándose por los pasillos.
En cambio, la profesora Nube de María que saboreaba un porrillo mientras hacía la ronda de noche y vigilaba las zonas comunes quizás si vio algo parecido a la mitad inferior de un escocés con traje de gala con unas gafas enormes a la altura de los genitales, pero no le dio la mayor importancia, había visto cosas más raras que esa la verdad.
Gerardo avanzaba triunfante, convencido de que nadie en el mundo le vería mientras llevase aquella manta de invisibilidad encima, no pensó en la hora que era, ni en sus heridas que estaban por curar, ni en las ganas de cagar que tenía, sentía que debía de darle las gracias a Dumbledore y no podía aguantarse más las ganas.

El despacho del director estaba en la planta superior del edificio por lo que para llegar hasta allí había que subir por una estrecha escalera de caracol. Hacerlo cubierto por una manta era una tarea harta complicada por lo que Gerardo, después de haberse caído escaleras abajo un par de veces, optó por quitársela y llevarla en la mano.
Agotado, magullado y mareado como un borrico estresao subido a un tiovivo llegó hasta la puerta del despacho del dire.
Se preguntó si como en los Libros de la Rowling tendría que decir una contraseña para que se abriera la puerta así que trató de recordar.

 - Helao de limón... - Dijo – Polo de bombón... Granizao de mandarina... Sorbete,
¿de, MELOCOTON?... ¡ZUMOOO NARAAAANJA! - Gritó al final cabreao


La puerta se abrió de par en par y Gerardo sonrío satisfecho, había dado con la contraseña mágica en tiempo record. El director Abelardo apareció ante él cuan largo era con cara de pocos amigos. Llevaba un camisón de franela como el de la agüela.


 - ¿Se puede saber a que vienen esos gritos, tanto escándalo, tanto alboroto, jovencito?
 - Hola Dumbledore, venía pa darle las gracias por la capa invisibilidad
 - Mmmmmmm, si lo dices por la manta, no hay de que. Pasa, precioso, pasa, estas en tu casa


Tuvo la amabilidad de hacerse a un lado para que pasara y lo acompañó con unas amables palmaditas en el pandero. Era una bellísima persona sin duda alguna.
Gerardo se encontró con un despacho distinto a lo que pensaba pero no por ello menos interesante, las paredes estaban atestadas de cuadros de angelitos aniñados en paños menores y también numerosas fotografías en las que se veía al director rodeado de niñitos sonrientes, había indus, negritos, asiáticos y amerindios, bosquimanos y saharaguis. Cuantísimo amor, será Misionero en sus ratos libres pensó Gerardo. También contaba con numerosos equipos informáticos, torretas y torretas de cedeses se apoyaban en las mesas y algún que otro disco duro, este gran hombre era toda una sorpresa a su ver.


 - Tiene un despacho mu chulo Dumbledore – Le dijo Gerardo
 - ¿A que sí? Puedes venir cuando quieras, tengo dulces riquísimos, sabrosos, pura delicatessen. Y lo bien que lo pasaremos juntos. ¿Te han dicho alguna vez lo hermoso que eres?


Gerardo dudó, no recordaba que le hubieran llamado hermoso, le habían llamado bicho, engendro, anormal, cuto, zopenco, cara culo, adefesio, retrasao, foca monje, falto, plasta vaca, mierdoso, atontolinado, error de la naturaleza y muchas otras cosas, pero precisamente hermoso no.


 - ¿Ques eso? - Preguntó señalando una cosa que había colgada en una pared y que parecía una especie de calentador enorme o un robotejo de cocina de última generación
 - ¿Es impresionante, verdad precioso? Se trata de un proyectil que se coló por el tejado en este mismo edificio cuando la guerra. No se si por fortuna, por la gracia de Dios o por pura casualidad, chorra o chiripa, no explotó. De lo contrarío no estaríamos aquí ahora. Mi queridisimo padre que en paz descanse, director de esta prestigiosa escuela y mi antecesor, la guardo cual reliquia y desde entonces preside este despacho. Querido... ¡QUERIDO!


Gerardo que roncaba como un cerdito pequeño, rebotó del susto, no recordaba en que momento de la disertación se había quedado transpuesto.


 - Perdón, Dumbledore
 - No pasa nada querido, ya va siendo hora de que regreses a la camita, son las cinco de la mañana. Me alegra mucho de que hayas venido a verme y espero que no tardes en volver a verlo
 - Oe, una cosa más – Le interrumpió Gerardo
Le iba a preguntar algo... espera que ahora no ma acuerdo Ah, si ¿Eres tú mi padre? Ay no, eso no... A si, que el otro día le escuché que decía, por casualidad, algo de un señor mu malo que era ¿El que no puede ser pronunciao? Y eso
 - Por Dios bendito si rebosas inteligencia muchacho, deberías optar por un puesto de funcionario ¿Dime, has caído por tu cuenta en que ese delincuente y ex alumno, ex alumno antes que delincuente si bien durante su breve estancia en Hogwarts apuntaba maneras, es tu progenitor?
 - ¿Eh?
 - ¿Cómo has sabido que “Vladimir Oleksandr Radosavljevic” también conocido como Baldomero es tu señor padre?
 - ¡Madre mía! - El pobre Gerardo se puso a hiperventilar, tantísimo tiempo buscando una respuesta y allí la tenía, como una bomba atómica en mitad del día del orgullo gay le cayó la inesperada noticia.
 - Imagino lo que has venido a buscar. Si me das un momentito, un periodo breve de tu tiempo de sueño, enseguida, en un santiamén, te traigo los recuerdos de tu padre, querido mío



El director desapareció por una puerta y Gerardo se quedó solo en el despacho. En un principio esperaba dar las gracias al director, que le invitara a un tentemipie y volver a la cama junto a Ro Ro a hacerse a una manolilla. Cosas del destino se había encontrado con una verdad explosiva y en unos momentos volvería Dumbledore con un “pensadero” repletico recuerdos de su papa querido que si no le fallaba la memoria había sido el sinvergüenza que había matao a su madre a martillazos.

IX "Los Dementira"

Al día siguiente, Gerardo despertó con un terrible dolor de cabeza, apenas había dormido debido a los extraños y desagradables sueños que lo habían atormentado durante toda la noche: un monito tití galopaba a lomos de una cerda preñada en dirección a Hogwarts, al llegar a la enfermería del colegio la cerda se ponía de parto y daba a luz a un ser abominable con cuerpo de cerdito enano y cabeza humana, su rostro era igual que el de su amigo Haris, pero la criatura no tenía dientes ni pelo en la cabeza, después al monito tití le crecían unas horribles alas de murciélago en la espalda, cogía en brazos a la grotesca y recién nacida criatura y echaba a volar por los pasillos del colegio en dirección a los oscuros sótanos donde se encontraban las dependencias de la casa “Esmirriadin”, allí, en la sala común les esperaba un hombre malvado
Resultó que no era el único que no había pegado ojo, Ro Ro se encontraba igual o peor que él si cabe, estaba pálido como un albino con anemia y sudoroso como un obeso colgando cortinas, le confesó que había tenido unas pesadillas horribles durante toda la noche; La cosa es que durante la última clase que tuvieron el día anterior, la profesora de astrología “Nube de María” se había fumado un porrillo afectando a los alumnos de las primeras filas, entre los que se encontraban ellos dos. La María, en contra de lo que habían oído, les había jugado una mala pasada.

Después de un suculento desayuno, su compi de casa “Jaimito Joplis” más conocido por “Jimmy el silencioso” les indicó por gestos donde quedaba la primera clase del día, tocaba clase de “defensa contra la magia negra” con el profesor Severo Ñapo. Jimmy por su parte se declaraba pacifista así que en vez de a aquella clase acudiría a Pociones y es que en la EGB se había aficionado a eso de la nomenclatura y la formulación, hasta estaba ahorrando para comprarse el juego de Micronova.
El profesor Ñapo, al ver a tantos alumnos de la casa “Gimeno” en su clase, se irritó muchísimo pues era el tutor de la casa “Esmirriadin” de la que había formado parte desde niño. El resto de integrantes de las otras tres casas le caían de por si como el puto culo, en especial y por razones que no vienen al caso, los miembros de la casa “Esmirriadin” a los que de ser por él los gasearía con gas mostaza mientras bailaba sardanas a su alrededor... todo se desvelará en su momento.
Una vez se hubieron sentado todos los alumnos, el profesor Severo Ñapo se dispuso a comenzar la clase.
Gerardo lo miraba atónito, estaba casi seguro de que se trataba del profesor al que había espiado la otra noche si la vista y los oídos entaponaos de cerumen no le fallaban, y es que estaba sentado en segunda fila y los casi dos metros que le separaban de él eran un mundo de tinieblas que podía inducirle al error. Aun así, ese profe no le gustaba un pelo, no solo por su aspecto que era repulsivo, era por como les miraba a él y a sus amigos, según Ro Ro, con el ceño fruncido, los ojos inyectados en sangre, una mueca horrible, los colmillos asomando y chorreando saliva y gruñéndoles como un perro salvaje en disputa por un nido pollos. Porque le habían enseñado a no ser mal pensao que si no hubiera jurado por el mismísimo Tamariz que ese profe les tenía manía.


- Hoy, en nuestra primera clase, os voy a hablar de uno de los mayores peligros del universo, os voy a hablar de vuestra principal amenaza en este idílico mundo. Y es que ser infante es motivo de atracción para un sinfín de degenerados y de pervertidos que harán todo lo posible por abusar de vosotros. Ya podéis tener cuidado porque están en todas partes, en las escuelas, en las iglesias, en facebook, en tuenti, en los chat de magia potagia... en especial en las redes sociales y en las catequesis para que mentir. ¿Alguien sabe de quien hablo. Si, Draculo?
- De los masones
- No vas muy desencaminado, pero no ¿Gorila?
- ¿Los testigos de Jehova?
- No, pero casi, nos estamos acercando

La pobre de Herminia no hacía más que estirar el brazo, casi podía alcanzar el techo, pero el profesor no tenía ojos más que para los alumnos de Esmirriadin – Los pedófilos – Gritó al fin y es que a pesar de haber dejado de menstruar a causa de su enfermedad tenía mala folla la condenada.


- Diez puntos menos para Gimeno – Gritó furioso el profesor – No se habla sin mi permiso. ¿Si, Draculo?
- Los pedófilos
- Así es, cien puntos más para “Esmirriadin”


Gerardo suspiró muerto de envidia por la inteligencia del Nazi de mierda. Querría ser así de listo y conseguir puntos a cascoporro para su casa.


- Los pedófilos harán cualquier cosa para conseguir su objetivo, bien sea meteros mano hasta los higadillos o hacerse una colección de fotografías vuestras de lo más insinuantes. Nosotros los llamamos los “Dementira” porque dirán lo que sea con tal de hacerse vuestros amigos. ¿Alguien sabe que hay que hacer si te encuentras cara a cara con un Dementira?


¡Leches! Esta me la sé - Pensó Gerardo - esos no muertos ambulantes que parecen una panda de tunos recién escapaos de un incendio aparecen en mis libros favoritos y dan miedo que te cagas patas abajo - Así que decidido levantó la mano regordeta de dedos morcillosos y ensangrentados de tanto morderse las uñas hasta los codos dispuesto a conseguir los primeros puntos para Gimeno. Nervioso como estaba, ya tenía bastante con evitar mearse encima, se levantó de su asiento como si le hubiesen mordido en el culamen y contestó antes de que le dieran permiso.


- Le tienes que lanzar un “Espectro Patronus” que es como un gusiluz gigante con forma de animalico que les da tanto miedo a los Dementores que salen por patas en cuanto lo ven, a mi me gustaría que el mio tuviese forma de ardi-rata porque es un bichico que me encanta, sale en una película que no hace más que llevar una peladilla de un lao a otro, más majico el bicho; se lo pedí a mi agüelo cuando vi que lo tenían en peluchín en las tombolas que ponen en las ferias pa pilares pero me dijo que ya era bastante regalo que me dieran de comer to los días...


Gerardo, orgulloso de su concisa respuesta, se sentó de nuevo a esperar el veredicto.
Se hizo el silencio, todos los allí presentes, profesor y alumnos, alumnos y profesor, se quedaron boquiabiertos ante aquella inesperada respuesta. Gerardo sentía, como si se tratase de puntas de flecha, todas la miradas clavadas en él, tan ruborizado estaba, tan nervioso por la esperada compensación de puntos, tan angustiado al fin y al cabo, que mojó un poco los calzoncillos y el agradable calorcito lo calmó un poco.


- Esto... - continuó el profesor Ñapo una vez hubo conseguido salir del “shock emocional”- ¿Alguien sabe que hay que hacer si te encuentras cara a cara con un Dementira?
- ¿Nadie, nadie? Por Dios Herminia, deje de mover la mano tanto que le va a sacar un ojo a alguno de sus compañeros. Y escupa eso que lleva en la voca, no se puede comer en clase. ¡Por Dios, que asco! ¿Qué ha estado comiendo? ¿Criadillas? Conteste de una vez por favor.
- Mi tía abuela por parte de madre hizo un curso de defensa personal en la casa de la mujer. Le enseñaron que para defenderse de abusones lo mejor era usar un spray de pimienta o llevar un ladrillo en el bolso y atizarles o sino, a una mala, arrearles una patada en los cataplines, romperles la nariz de un rodillazo, meterles los pulgares en la cuenca de los ojos y estirar, arrancarles la ternilla de la oreja de un mordisco y si siguen moviéndose, aunque sean espasmos, golpearles repetidas veces en la nuez. Después hay que llamar al 112 emergencias y pedir socorro.
- Podría valer, no es necesario provocar tantas lesiones pero me vale. Un punto para Gimeno. Ahora vamos a un ejemplo práctico, necesito dos voluntarios, tú y tú – Dijo señalando a Ro Ro y Gerardo, puestos a que se derramara sangre que fuese la de “Gimeno”


Los dos amigos se levantaron y acudieron hasta donde el profesor, frente a la pizarra.
El profesor, se sacó de un bolsillo una careta de plástico blanca y negra que tenía forma de fantasma, era como la de la película “scream” y daba un mal rollo que te mueres. Gerardo, al verla, lanzó un gritito de maricona y se tapó la cara con las dos manos, toda la clase se rió de su reacción.


- Es solo una careta señor Putas, no tenga miedo – Le dijo el profesor que no cambiaba la expresión sombría de su rostro por nada del mundo – Ahora señor Rodriguez va a salir por esa puerta y se va a poner esta careta para meterse mejor en el papel de “Dementira”, tendrá que ir a por el señor Putas como si fuese tu víctima, piense en un querubín al que tratas de meterle mano. Señor Putas aplique la teoría de su compañera Herminia y no las suyas, los animalitos de la Pixar no le van a salvar de los violadores. ¿Me entiende usted?
- Chachi, guachi.


Lo cierto es que Gerardo no entendió ni papa pero imaginación no le faltaba, se limitó a sacar su varita y se situó frente a la puerta por la que acababa de salir Ro Ro que en un rato se convertiría, como por arte de magia, en un despiadado Dementor. Trataría de demostrarles, tanto al profesor Ñapo como a sus compañeros, que estaba preparado para lanzar un “espectro patronus” contra el enemigo que se iba cagar y, a una mala, si no funcionaba, apuntaría con la varita de poder a los ojos. Madre mía la de puntos que le iban a dar.
De pronto, los goznes de la puerta chirriaron y tras ella apareció un rechoncho y espeluznante fantasma de mirada oscura y boca deforme. Gerardo se cagó encima y, llevado por la locura, echó a correr como una maricona que pierde el autobus, más parecía un correcaminos con prisa que iba de lado a lado de la clase gritando incoherencias y tirándolo todo y a todos a su paso. Sin escapatoria, ya que el inmóvil fantasma le cerraba el paso hacia la puerta y el resto de los allí presentes parecían haber sucumbido al encantamiento de la criatura, pues apenas se movían, no pudo más que lanzarse por la ventana sin reparar en el cristal que lo separaba de la libertad.