NO RECOMENDADO A MENORES DE 13 AÑOS (Bueno, mejor 18, vamos a curarnos en salud)


Advertencia: Las historias aquí descritas pueden herir su sensibilidad y causar traumas irreversibles

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II La misteriosa sombra que se precipitó sobre la caravana

La decisión de su abuelo había dejado a Gerardo totalmente abatido pero no había supuesto la abdicación de sus ideas, renunciar a sus sueños.
Al día siguiente, no se molestó en abrir la boca ni durante el desayuno ni durante la comida, pero eso no pareció preocupar a sus abuelos ni lo más mínimo, que siguieron con su vida como si no hubiese ocurrido nada de importancia.
Desde que su madre fuera asesinada, habían pasado seis meses desde entonces, Gerardo había tenido que convivir a solas con sus abuelos, sin nadie que le defendiera de su abuelo que tenía muy mal carácter. Había sido una época gris que tras la lectura de aquella carta, el día anterior, parecía haberse esfumado, al menos durante unos segundos.
Gerardo era consciente de que lejos de aquella “casa rodante” podría volver a ser feliz.

El calor sofocante propio de aquellos días de verano y en especial de aquel mes de septiembre que estaba siendo anormalmente tórrido, precedió a una gran tormenta, los truenos, relámpagos, vientos y la fuerte lluvia, hicieron que tuviera que permanecer encerrado en la caravana durante toda la tarde y la noche en compañía de sus abuelos.
Durante la cena, en la que no probó bocado alguno de las sobras del guiso de paloma, decidieron dejar la puerta de la caravana abierta para que se refrescara el interior de la misma y así poder dormir.
Desde donde estaba sentado, Gerardo podía observar las enormes gotas de lluvia al trasluz de la farola que había a escasos metros de la entrada del descampado en el que se amontonaban un gran número de caravanas.
Antes de que sus abuelos hubiesen terminado de engullir todos los alimentos que había sobre la mesa, Gerardo observó atónito como una sombra de la noche comenzaba a proyectarse al interceptar la luz de la farola y poco a poco, invadía el suelo anegado del descampado mientras tomaba una extraña forma humana de largos brazos y largas piernas, una sombra asombrosamente grande, como si se tratase de la proyección de un gigante o de una estatua colosal. La sombra se abalanzó sobre la caravana y Gerardo no pudo contener un grito de maricona que hizo que sus abuelos se percatasen de la gran oscuridad que se precipitaba sobre ellos.
Entonces, la sombra que se había proyectado en la misma entrada de la caravana, se comprimió sobre si misma dando paso a una forma más pequeña y esta a su vez, a un ser real, de carne y hueso, que sin permiso alguno se introdujo en la caravana. El extraño, trato ser, un hombre enano, rechoncho y barbudo que vestía una vieja y deshilachada chaqueta de mujer que le tapaba hasta los pies.

- ¿Es aquí donde reside el niño que responde al nombre de Gerardo Putas? – Preguntó el enano con una voz potente como de barítono.
- ¿Y quien lo pregunta? – Dijo su abuelo una vez recuperado del susto que había estado a punto de costarle un nuevo infarto a su larga lista.
- Mi nombre es Haris, soy profesor del Colegio Hogwarts e intimo amigo de la difunta madre de Gerardo, que Dios la acoja entre sus brazos; he venido a buscarlo para acompañarle a Hogwarts donde no tardando mucho, dará comienzo el nuevo curso escolar.
- ¡Oh dio mío, es un pek! – Le interrumpió Gerardo totalmente recuperado de su excitación que casi le provoca un ataque de asma.
- No, no soy un pek muchacho. Soy un hombre que ha desarrollado una estatura inferior a la media por padecer enanismo. Ahora dime pequeño, ¿eres tú Gerardo Putas?
- Si, soy yo Willow.
- Mmmmmmm, si, todo parece indicar que eres un poco disminuido. Escucha, Gerardo, prepara tus cosas, si tu quieres, nos vamos esta misma noche.

El abuelo de Gerardo se levantó de su asiento cuan grande era y se dirigió hacia Haris hasta quedar en frente suyo, Haris no le llegaba ni a la cintura.

- Cucha, enano de circo, no vas a llevarte a mi nieto porque no pienso consentirlo, tendrás que pasar por encima de mi cadáver y me paece que pa eso tendrías que escalar un poco.

Haris, sin modificar la relajada expresión de su rostro, se introdujo la mano bajo la chaqueta y rebuscó hasta dar con lo que estaba buscando, entonces, una pícara sonrisa se dibujó en la comisura de sus labios.

- Agüelo, será mejor que sa parte que va sacar la varita de poder – Dijo Gerardo.

Haris extrajo de su chaqueta un extraño objeto de plástico oscuro que inmediatamente acercó a la cadera del abuelo Virgilio, entonces, el objeto liberó una descarga eléctrica de tal intensidad, que paralizó al anciano por completo, tras esto, el cuerpo del abuelo cayó al suelo de la caravana a peso mierda echando espumarajos por la boca y sufriendo espasmos esporádicos. Mientras lo observaba, Haris guardo el arma de defensa bajo su chaqueta.
La abuela de Gerardo se levantó de inmediato de su sitio, mientras gritaba como una posesa y se aproximaba hacia Haris con un cuchillo de los que usaba para cortarles la cabeza a los pollos. Haris, una vez se hubo percatado del nuevo peligro, se desabotonó la chaqueta de arriba abajo, logrando que un montón de objetos dispares cayesen al suelo, desde patitos de goma hasta un frasco de mecromina y un walkman de los viejos, entre otras cosas; pero en último lugar y eclipsando a todo lo demás, un desproporcionado órgano genital masculino cayó por su propio peso hacia delante hasta golpear el suelo, provocando mucho ruido y astillando la madera. La visión de ese gran pedazo de carne semejante a una pitón que se acaba de comer a una familia de batracios, hizo que la abuela perdiese totalmente los nervios y se escondiera, muerta de miedo, en la única habitación de la caravana, cerrándose desde dentro con pestillo.
Gerardo se quedó perplejo ante tal prodigio de la naturaleza, sin saber que hacer ni que decir, él la tenía bastante larga y gordota pero ni de lejos, tanto como aquella.
Mientras Haris devolvía todos sus objetos, verga incluida, al interior de la chaqueta, se dirigió a Gerardo con palabras cariñosas.

- Escucha muchacho, si todavía quieres seguir viniendo a estudiar a Hogwarts, prepara tus cosas y vente conmigo, ¿Tienes alguna pregunta que hacerme antes de decidirte?

Gerardo se quedó pensativo durante un importante espacio de tiempo mientras el mecanismo de su cerebro trabajaba sin pausa. Haris, mientras Gerardo pensaba, recogió todas sus pertenencias del suelo, arrastró al abuelo Virgilio hasta el sofá y lo acomodó, se sirvió un café de entre los restos de la cena que había sobre la mesa del comedor y descansó durante un rato.

- Si – dijo Gerardo de repente, cuando Haris estaba medio dormido- tengo una pregunta importante pa ti Willow, ¿eres tú mi padre?
- Lo primero Gerardo, no me llamo Willow, ¿vale?, me llamo Haris, Willow es el personaje de una película de ficción y no todos los que sufrimos enanismo nos tenemos que llamar igual que él. Lo segundo, yo no soy tu padre, porque tu madre Gerardo, tan solo me comía el Nardo. Algún día descubrirás la verdad por ti mismo. Ahora, recoge tus cosas y enfréntate a tu destino con valentía.

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