NO RECOMENDADO A MENORES DE 13 AÑOS (Bueno, mejor 18, vamos a curarnos en salud)


Advertencia: Las historias aquí descritas pueden herir su sensibilidad y causar traumas irreversibles

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VI “El Sombrero seleccionador”

La ceremonia del Sombrero seleccionador dio comienzo y el primero en ser llamado fue Gerardo que tuvo que someterse a la prueba que le iba a mandar a una de las cuatro casas donde pasaría su estancia en Hogwarts.
Una vez hubo subido al escenario, le sentaron en una silla de manera que quedó expuesto a las curiosas miradas de los allí presentes, estaba muy nervioso pero no perdió la compostura ni se meo encima.
El director Donbenito se aproximó con viejo y sucio sombrero puntiagudo lleno de remiendos que situó delante de Gerardo, este, convencido, se dispuso a ponérselo para que el sombrero determinase a cual de las cuatro casas debía pertenecer, pero el director le detuvo antes de que lo lograra.

- ¿Qué haces guapito? – Le preguntó el director
- Pos que voy ha hacer Dumbledore, pos ponérmelo pa que cante y pa que hable y me diga pa que casa voy

El público estalló en carcajadas y Gerardo se ruborizó sin llegar a entender que habría dicho que pudiera ser tan gracioso.

- No cariño, esto es para que metas la manica y cojas un papelito
- Ah, ¿y no habla o que?
- No mi amor, es un sombrero
- Po vaya caca

Gerardo hizo lo que se le había pedido y extrajo uno de los numerosos papelitos que había en el interior del sombrero. El director se lo cogió de las manos y los desdobló.

- ¡Gimeno! – Gritó el director Donbenito y todo el mundo aplaudió la decisión del Sombrero seleccionador – Ya te puedes volver a tu sitio precioso y no olvides que puedes venir a verme cuando quieras a mi despacho que nos haremos una fotos muy bonitas
- Chachi guachi

Gerardo regresó a su sitio y siguió con interés la ceremonia, aunque estaba algo disgustado por lo mierdoso e inanimado que era el sombrero seleccionador sí que agradecía haber acabado cuanto antes con ese tramite pues para nada le gustaba ser el centro de todas las miradas. La suerte quiso que sus nuevos amigos Ro Ro, Herminia y Bartolo acabasen en la casa Gimeno al igual que él lo cual le supuso una alegría.
Al término de la ceremonia dio comienzo el banquete de comienzo de año que tuvo lugar en el comedor, Gerardo y sus amigos se sentaron en las mesas reservadas a la casa Gimeno junto con el resto de sus miembros entre los que se encontraban los diecisiete hermanos y hermanas de Ro Ro, todos igual de pelirrojos que él.
Las camareras del colegio comenzaron a servirles la cena que llevaban en carritos preparados para tal efecto como en otros muchos colegios.

- ¿Aquí no hay elfos domésticos pa servir la cena? – Preguntó Gerardo decepcionado
- Por Dios Gerardo que cosas tienes, me parece que has visto muchas películas de la Disney y has leído muchos cuentos, los elfos domésticos no existen y de paso te diré que tampoco existen los gnomos, las hadas, los fruitis, ni los diminutos. Eres ya algo mayor para creer en esas tonterías – Herminia que era un poco mari sabihondilla paró de hablar por un momento pues una camarera acababa de pasar junto a ella y llevaba casi una hora sin comer – Yo querré de primero sopa de Gamusino, de segundo Estofado de Unicornio y de postre flan de huevo de Basilisco; pues eso Gerardo, como te iba diciendo, ya estas un poco mayorcito para creerte esas paparruchadas

En el ala Oeste de Hogwarts, concretamente en la segunda planta, se encontraban las dependencias de los miembros de la casa “Gimeno”, se podría decir que eran austeras porque aparte de los cuartos en los que apenas había unas literas que chirriaban con el más mínimo roce, una mesilla y un armario a compartir, solo disponían de una sala común con unas cuantas sillas y sofás, una vieja chimenea y unos cuantos pupitres donde poder hacer los deberes, eso si, todo adornado con cuadros de los todo a cien y un elegante gotelé en las paredes, además había un baño para las chicas y otro para los chicos, el de las chicas limpio como los chorros del oro, con su perfume de aroma a lavanda, su papelera para las cosicas higiénicas, el papel de culo puesto en su sitio y un enorme espejo rodeado de focos; el baño de los chicos era bien distinto, algo parecido a la sede de las Asociación “Síndrome de Diógenes”
A Gerardo le tocó compartir cuarto con Ro Ro y ambos se alegraron mucho puesto que ya se conocían del viaje y se habían caído muy bien.
El día había sido muy largo así que en cuanto termino la cena, Gerardo y Ro Ro se dirigieron a su cuarto. Ro Ro se pidió la litera de abajo puesto que tenía algo de vértigo según dijo desde el día que se cayó de cabeza al intentar escalar un maldroño.
Ro Ro deshizo la maleta y ordenó sus pertenencias, se lavó los dientes, adecentó su cama y se puso un pijama de franela con dibujos de Globos y Zeppelines que le iba bastante prieto y bastante corto por lo que se le salían las carnes por todos los lados, según dijo, fue el regalo de sus padres para su comunión, por último rezó el “Jesusito de mi vida” mientras se cortaba las uñas de los pies y, tras dar las buenas noches, se metió a su cama y automáticamente comenzó a roncar como una vieja. Gerardo, por su parte, vacío el contenido de su maleta en el armario, se enjuagó la boca y se quedó en calzones que es como dormía habitualmente, después se tumbó en la cama de arriba dispuesto a descansar.
Pasaron los minutos sin que Gerardo consiguiera dormirse, en parte no le dejaban los ronquidos de su amigo pero tampoco podía dejar de darle vueltas a la cabeza, comenzaba a comprender que iba a tener que espabilarse y mucho en aquel lugar pues allí no iba a contar con la ayuda de su abuela para cortarle la carne, limpiarle el culo, arroparle por las noches o atarle los cordones de las chirucas, entre otras cosas.
Al final, para relajarse, decidió hacerse la primera manolilla de inauguración del curso escolar pensando que iba a ser la mejor de las ayudas contra el insomnio.
Chof, chof, chof, chof…
Ro Ro, se despertó sobresaltado, encendió la lámpara de la mesilla, se levantó de la cama y buscó hasta dar con el lugar de procedencia de aquel ruido tan extraño y, cual fue su sorpresa al encontrarse a su nuevo amigo pelándose el mango sin ningún pudor.

- Madre del amor hermoso y Dios celestial, ¿Pero que estas haciendo con eso Gerardo?
- Solo me estaba haciendo una manolilla
- Dios mío que barbarie, ¿No sabes que eso es pecado, que te van a salir mil millones de granos rellenos de pus venenoso, que vas a intimar con el diablo, y que te puedes quedar ciego como un topillo silvestre? Hay Dios mío, ahora entiendo semejantes gafas de culo vaso y semejante grano palillero que llevas en toda la napia. Estás endemoniao, ¡Lejos Satanas! ¡Made retro! En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo. Fuchi… Vais, vais…

Gerardo se quedó paralizado ante semejantes acusaciones y comenzó a llorar como una nena, no entendía como aquel jovenzazo que parecía tan majo y tan sencillo podía estar hablándole de esa manera tan desagradable. Guardó el cacharrillo en su sitio, se bajó de la litera, enganchó su camiseta de “naranjito”, sus pantalones y sus chirucas y salió corriendo de la habitación para poder estar solo y recuperarse del enorme disgusto.
Consiguió salir del colegio sin que nadie lo viera y en el exterior se encontró con que la temperatura era menor de lo que esperaba lo cual, en parte, le vino muy bien para calmar sus nervios tan perjudicados en ese momento. Anduvo unos minutos por los alrededores del colegio llenando sus pulmones de aire fresco y cuando por fin se encontró algo mejor decidió volver a su habitación, pero justo cuando iba a entrar por la puerta principal escuchó unas voces que se aproximaban hacia donde se encontraba, como una flecha se escondió tras unos matorrales no con afán de espiar sino para que no lo viesen por allí pululando con el consiguiente riesgo de ganarse una reprimenda.
Aguantó la respiración y esperó a que las dos figuras que se asomaban por la puerta mientras mantenían una acalorada conversación se bañasen con la luz de la luna y revelasen su identidad.

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